jueves, 22 de abril de 2010

JESUCRISTO VIDA DEL ALMA (II)

«Nadie, dice el Santo, pudo jamás aborrecer su propia carne, antes la nutre y la mima, como Cristo lo hace con la Iglesia; pues somos miembros de su cuerpo, formados de su carne y de sus huesos» (Ef 5, 29-30).

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