jueves, 29 de enero de 2009

Reflexión de Donoso Cortés ...

Reflexión de Donoso Cortés ante la situación de degradación social, semejante a la actual, que le tocó vivir:

«Sí; la sociedad europea se muere, sus extremidades están frías; su corazón lo estará dentro de poco. ¿Y sabéis por qué se muere? Se muere porque está envenenada. Se muere porque la sociedad había sido hecha por Dios para alimentarse de sustancia católica, y médicos empíricos le han dado por alimento la sustancia racionalista. Se muere porque así como "el hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios", así también las sociedades no mueren solamente por el hierro, sino por toda palabra anticatólica salida de la boca de los filósofos. Se muere, porque el error mata, y esta sociedad está fundada en errores...». «Los individuos pueden salvarse todavía, porque pueden salvarse siempre; pero la sociedad está perdida. Y esto, no porque tenga una imposibilidad radical de salvarse, sino porque para mí está visto que no quiere salvarse. No hay salvación para la sociedad porque no queremos hacer cristianos a nuestros hijos y porque nosotros no somos verdaderamente cristianos. No hay salvación para la sociedad, porque el espíritu católico, único espíritu de vida, no lo vivifica todo, la enseñanza, los gobiernos, las instituciones, las leyes y las costumbres. Torcer el curso de las cosas en el estado que hoy tienen, no se me oculta que sería una empresa de gigantes. No hay poder en la tierra que por sí solo pueda llevarla a cabo; y apenas podría ser llevada a término dichoso si obraran con concierto todos juntos. Yo dejo al cuidado de ustedes averiguar si este concierto es posible, y hasta qué punto lo es; y decidir si, aun en el caso de que sea posible, la salvación de la sociedad no sería de todos modos un verdadero milagro»14.
Pero, por otra parte, Donoso Cortés no se deja amilanar por esta realidad, sino que mantiene a su espíritu en ejemplar tensión y en constante actividad de apóstol y aun de misionero de la verdad, en un mundo que le mira entre burlón y asombrado, en el que hace sonar ruidosamente los agudos y penetrantes clarinazos de su voz que todavía llega potente hasta nosotros. Cuál sea la fuente de tales energías, a pesar de la gran tristeza que le agobiaba, él mismo nos lo dice. Después de reflejar una opinión pesimista en cuanto al futuro inmediato de la humanidad, proclama la necesidad y la obligación de luchar: «porque en primer lugar la lucha puede aplazar la catástrofe; y, en segundo lugar, la lucha es un deber y no una especulación para los que nos preciamos de católicos. Demos gracias a Dios —dice— de habernos otorgado el combate, y no pidamos sobre la gracia del combate la gracia del triunfo a aquel que en su bondad infinita reserva a los que combaten por su causa una recompensa mayor que la victoria»15.
Sin embargo, no es sólo la acción lo que recomienda, sino también, y más principalmente, la oración: «Creo que hacen más por el mundo los que oran que los que pelean —dice— y que si el mundo va de mal en peor consiste en que son más las batallas que las oraciones. Si pudiéramos penetrar en los secretos de Dios y de la historia tengo para mí que nos habríamos de asombrar al ver los prodigiosos efectos de la oración aun en las cosas humanas. Para que la sociedad esté en reposo es necesario cierto equilibrio, que sólo Dios conoce, entre las oraciones y las acciones, entre la vida contemplativa y la activa»16.
14. Polémica con el País y el Heraldo, 16 julio de 1849. Obras completas: Ed. Orti y Lara, t. I p, 157. Y en BAC, Obras Completas (OC)/II/nº13, p 340.
15. Carta al conde de Montalembert, de 26 de mayo de1849. Obras completas, Ed. Orti y Lara, t. TI, p. 138. En BAC/OC/ II/nº13, p 327.
16. Carta al marqués de Raffin, de 21 de julio de 1849. Obras completas, Ed. Orti y Lara, 5. t. II. p. 318. En BAC/OC/ II/nº13, p 345.

No hay comentarios: